Ayer, de pronto me puse a pensar en algo un poco sacado del contexto en el que me encontraba (él, dormido; yo, disfrutando su respiración...), y pues, quise escribirlo...
Uno siempre tiene la costumbre de encasillar a las personas según su procedencia; recuerdo que llegué a conocer un par de chicos chilenos, primos de unas amigas, también chilenas. Mi madre siempre decía: "los chilenos son muy conflictivos!", supongo que era porque una de esas amigas era en extremo conflictiva, o tal vez mi madre debió conocer anteriormente alguna otra persona conflictiva, que casualmente era de Chile, así que probablemente debió crearse esta imagen estereotipada, y lo de mi amiga seguramente le ayudó a reforzar aún mas esta imagen, cayendo ella también en la circunstancia que me mueve hoy a escribir esta entrada.
Bien, estos chicos eran un poco extraños, qué se yo?, modernos, alocados, y para una chica como yo, proveniente de una ciudad pequeña y anticuada, estos tipos eran como bichos de circo para mi, perdidos, sin metas, con una personalidad un poco deformada, claro, no eran culpables de ser así, solo eran víctimas involuntarias de una lamentable situación producto de venir de un país mas liberal que el mío, y de paso, de ciudades mucho mas modernas que la mía.
Todo esto me hizo crearme un arquetipo de los hombres jóvenes chilenos y hasta me hizo concluir en mi mente una frase, admito que bastante superficial, pero un poco cliché y xenofóbica: "yo con un chileno? ni a la esquina... bien lejos con esos tipos raros"; y de allí en mas, cada vez que veía alguno en la tele lo miraba con recelo, como a los primos de mis amigas, no podía imaginar que de esos lugares pudiese provenir alguien digno de conocer (error un tanto estúpido, pero es razonable caer en él cuándo no te has detenido 3 segundos a pensarlo porque el tema simplemente no me importaba, me daba igual creer si los chilenos eran o no tipos extraños; total? nada tenían que ver con mi mundo).
Cuando conocí a Rodrigo, y supe que era del país-productor-de-chicos-modernos-locos-conflictivos, y más aún, de esa ciudad donde hay bichos de circo para escoger, pues me sorprendió que, de entrada, me resultara tan atractivo, que tuviera ese magnetismo irresistible...
Hoy por hoy pienso en ello, y me da un poco de risa, pero no deja de parecerme interesante.
Cualquiera podría pensar que el aprendizaje que obtuve de todo esto, y luego de haberlo conocido de la manera en que lo conozco, fue que probablemente Chile sí sea un país-productor-de-chicos-locos-conflictivos, pero que Venezuela también lo es, de hecho cualquier país lo es, que no importa de dónde provenimos y que los países no definen las personalidades... Pero en realidad esto no es lo que aprendí, eso es idiota, eso yo ya lo sabía, eso lo sabe cualquiera...
Descubrí que realmente no es todo esto de los países, culturas e influencias, lo extravagante y especial de esta experiencia; lo sorprendente no es que él no sea un típico, o al menos medianamente típico chileno de Santiago de Chile, lo soprendente aqui es que él no es un hombre típico en ninguna parte, es un desterrado del mundo, no pertenece a ningún lugar, pero al mismo tiempo pertenece a todos los lugares; él simplemente es un Rodrigo; y a todo esto se le suma que, de entre los, tal vez, infinitos universos en los que pudo haber aparecido, y millones de galaxias existentes en éste, nació en este universo y esta galaxia en la que vivo; lo mas extraño es que tan siquiera exista un tipo como él, y mas extraño aún es que, de los 50.000 años que tiene el homo sapiens apareciendo sobre este tercer planeta desde el Sol, su existencia y paso por este pequeño punto azul pálido, haya coincidido en la misma Era con el mío... Las probabilidades de que todos estos hechos convergieran en un punto que nos uniera a él y a mi, son tan pocas que, matemáticamente y para fines prácticos, se consideran nulas...
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...Y así, entre risas pícaras del destino juguetón, y un cúmulo de coincidencias mutuas: tragedias personales, deseos de olvidar al mundo, correcta combinación de golpes de teclas, y un montón de suerte, se cruzaron, aquel bendito día,
para siempre tu historia y la mía...